27/04/2011 - LA VOZ DE GALICIA.ES - Opinión - Línea abierta - Futuro muy incierto
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27/04/2011 - LA VOZ DE GALICIA.ES - Opinión - Línea abierta - Futuro muy incierto
LA VOZ DE GALICIA.ES
Opinión
Línea abierta
Futuro muy incierto
Publicado 27/04/2011
Xoaquín Álvarez Corbacho
La primera cualidad de un sistema tributario es la justicia. Distribuir los impuestos de forma no equitativa, en un contexto democrático, suele tener consecuencias relevantes. Desde la crítica y la protesta cívica hasta la rebelión fiscal. Cuando la injusticia impositiva aumenta en intensidad y visibilidad, incluido el fraude fiscal, cualquier gobierno inteligente debería estar preocupado. De no ser así, la situación es más grave todavía, porque los ciudadanos estarían soportando los agravios comparativos de la distribución impositiva, más la prepotencia o la torpeza de sus gobernantes.
La justicia fiscal es un principio básico asentado en la capacidad económica de las personas. También existen principios impositivos que atienden la eficiencia, la neutralidad o la sencillez administrativa, pero todos ellos están un paso atrás de la justicia fiscal. Para lograr este objetivo, tres impuestos son decisivos: el impuesto que grava la renta extensiva de las personas físicas, el impuesto sobre el patrimonio neto y el impuesto de sucesiones y donaciones. Su actuación conjunta refuerza la información, el control y la equidad del sistema tributario.
Pero nuestro IRPF ya se ajusta a las exigencias de la globalización (versión amable del poder económico), el impuesto sobre el patrimonio neto desapareció en el 2008 y el fraude fiscal se estima en el 25% del PIB. Los costaleros de la fiscalidad también sufren ajustes en salarios y contratos. Pero quedaba el impuesto de sucesiones y donaciones. Y por eso llegó el presidente de la Generalitat catalana y mandó parar. Las familias pudientes de la comunidad ya pueden respirar tranquilas. El desguace de la justicia tributaria sigue su ruta implacable. La desorientación ciudadana se acrecienta. Los partidos políticos no dan explicaciones solventes. Algunos incluso intentan justificar el statu quo en nombre de la libertad y del progreso.
¿De verdad que este mundo no necesita cambios drásticos? ¿De verdad que no estamos interesados por la injusticia fiscal creciente? ¿Es la movilidad desordenada de capitales el camino para construir una convivencia mejor? ¿Qué valores sociales orientan nuestras conciencias cuando nos morimos de envidia ante un ránking patrimonial de la revista Forbes? ¿Qué cosas deben pasar para ser mas humanos?
Leer aquí: http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2011/04/27/0003_201104G27P14991.htm
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Futuro muy incierto
Publicado 27/04/2011
Xoaquín Álvarez Corbacho
La primera cualidad de un sistema tributario es la justicia. Distribuir los impuestos de forma no equitativa, en un contexto democrático, suele tener consecuencias relevantes. Desde la crítica y la protesta cívica hasta la rebelión fiscal. Cuando la injusticia impositiva aumenta en intensidad y visibilidad, incluido el fraude fiscal, cualquier gobierno inteligente debería estar preocupado. De no ser así, la situación es más grave todavía, porque los ciudadanos estarían soportando los agravios comparativos de la distribución impositiva, más la prepotencia o la torpeza de sus gobernantes.
La justicia fiscal es un principio básico asentado en la capacidad económica de las personas. También existen principios impositivos que atienden la eficiencia, la neutralidad o la sencillez administrativa, pero todos ellos están un paso atrás de la justicia fiscal. Para lograr este objetivo, tres impuestos son decisivos: el impuesto que grava la renta extensiva de las personas físicas, el impuesto sobre el patrimonio neto y el impuesto de sucesiones y donaciones. Su actuación conjunta refuerza la información, el control y la equidad del sistema tributario.
Pero nuestro IRPF ya se ajusta a las exigencias de la globalización (versión amable del poder económico), el impuesto sobre el patrimonio neto desapareció en el 2008 y el fraude fiscal se estima en el 25% del PIB. Los costaleros de la fiscalidad también sufren ajustes en salarios y contratos. Pero quedaba el impuesto de sucesiones y donaciones. Y por eso llegó el presidente de la Generalitat catalana y mandó parar. Las familias pudientes de la comunidad ya pueden respirar tranquilas. El desguace de la justicia tributaria sigue su ruta implacable. La desorientación ciudadana se acrecienta. Los partidos políticos no dan explicaciones solventes. Algunos incluso intentan justificar el statu quo en nombre de la libertad y del progreso.
¿De verdad que este mundo no necesita cambios drásticos? ¿De verdad que no estamos interesados por la injusticia fiscal creciente? ¿Es la movilidad desordenada de capitales el camino para construir una convivencia mejor? ¿Qué valores sociales orientan nuestras conciencias cuando nos morimos de envidia ante un ránking patrimonial de la revista Forbes? ¿Qué cosas deben pasar para ser mas humanos?
Leer aquí: http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2011/04/27/0003_201104G27P14991.htm
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