31/10/2010 - Opinión - Pequeño observatorio - El Estado vive de los pecadores

EL PERIÓDICO.COM
Opinión
Pequeño observatorio
El Estado vive de los pecadores
Publicado 31/10/2010. edición impresa, pág. 10
Josep Maria Espinàs, Periodista y escritor

Tengo que confesar, de entrada, que desconozco el funcionamiento de la economía. No es que esta ignorancia me avergüence demasiado, si tengo en cuenta los fracasos de quienes tenemos que creer que saben algo de la vida del dinero; gente con títulos universitarios que la acreditan y con cargos de responsabilidad privada o pública.

Expresado, pues, mi desconocimiento de la materia, asisto a la controversia sobre la subida de impuestos. Alguien ha defendido la conveniencia de reducir el impuesto de sucesiones. Esta propuesta me ha parecido muy razonable.

Sobre todo, en los casos de una pequeña industria o de un comercio familiar. Si muere el dueño, su hijo, o sus sucesores, se pueden encontrar con muchas dificultades para pagar los impuestos de transmisión. Y más de una vez, aquel negocio que a menudo es modesto se ve obligado a cerrar.

Comprendo que debe de ser difícil decidirse a rebajar un impuesto cuando la tendencia es subirlos. Sabemos que los coches, los camiones, las motos y los autobuses se alimentan con impuestos. Alguien me decía que el impuesto por un litro de combustible es superior al coste de la gasolina que ponemos en el coche. Lo siento por Hacienda, pero yo gasto muy poca gasolina, de forma que soy un contribuyente miserable. Si no me equivoco, en el precio de venta del tabaco se incluye alrededor de un 70% de impuestos. No entiendo por qué en los paquetes de los cigarrillos no figura esta información. Tendría que constar en todos los productos: alimentarios, tecnológicos, deportivos. De este modo, podríamos justificar nuestras aficiones consideradas de riesgo con el sentimiento cívico, e incluso patriótico, de invertir en aquello que da más dinero al Estado.

No sé si en Finlandia se han gravado con impuestos los caramelos, como se había anunciado. El motivo: que los niños y los adolescentes tenían cada vez más caries, y este problema no se quiere eliminar prohibiendo el producto, sino haciéndolo más caro en beneficio del Estado.

No se trata de prohibir nada que, acertadamente o no, se considere malo. Se trataría de que resultara más caro. ¿Usted come demasiada sobrasada? La tiene que pagar más cara. ¿Usted toma demasiado café? A partir del tercero, doble tarifa.

Me temo que los viejos pronto tendremos que pagar un impuesto anual y progresivo por vivir demasiado. Para el Estado, una vida larga es un mal negocio.

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