26/01/2010 - Economía - Tribuna - Fiscalidad insostenible
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26/01/2010 - Economía - Tribuna - Fiscalidad insostenible
LA VANGUARDIA
Economía
TRIBUNA
Fiscalidad insostenible
Publicado 26/01/2010. Edición impresa, pág. 51
Antonio Durán-Sindreu, Profesor de la UPF y consultor empresarial
Hoy la única progresividad fiscal real que existe la soportan, básicamente, las rentas del trabajo
El art. 31.1 de la Constitución establece que todos contribuiremos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con nuestra capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio. Sin embargo, la verdad es que nuestro sistema está hoy muy lejos de cumplir este obligado precepto constitucional. En efecto, la progresividad se ha ido diluyendo como pieza angular del sistema, incluso en el propio impuesto sobre la renta de las personas físicas en el que las rentas del ahorro (dividendos, intereses de depósitos o beneficios por la venta de activos financieros o inmobiliarios, entre otros, tributan al tipo fijo del 19 o 21%) y los ingresos por alquileres de inmuebles de cierta cuantía la eluden lícitamente a través de sociedades que tributan a tipos del 25% o 30%. Si tenemos, además, en cuenta que el ejercicio de actividades económicas se realiza mayoritariamente a través de sociedades, la única progresividad real que hoy existe la soportan, básicamente, las rentas del trabajo, las procedentes de actividades económicas que no tributan en el impuesto sobre sociedades (en adelante, IS) y las rentas de la franja baja-media provenientes del arrendamiento de inmuebles. Si a esto le unimos la supresión del impuesto sobre el patrimonio, la práctica eliminación del impuesto sobre sucesiones y donaciones, salvo muy pocas excepciones, y un IS con tipos proporcionales, es obvio que no se puede afirmar que la fiscalidad directa sea progresiva.
Además, la prolija y compleja gama de incentivos fiscales distorsiona la neutralidad de las decisiones económicas, carecen en muchos casos de una clara finalidad e inciden de forma desigual entre los contribuyentes, planteando problemas de equidad. Por su parte, la normativa autonómica no ha contribuido a mejorar la progresividad, sino a ampliar el elenco de incentivos. Es por tanto imprescindible recuperar la progresividad e igualdad y que todos paguen de acuerdo con su capacidad económica.
Si es también necesario crear riqueza y los mecanismos necesarios para competir económicamente en un entorno globalizado, hay que sentar las bases de una fiscalidad razonable para las rentas del trabajo y de actividades económicas, evitar que el resto de las rentas eludan la progresividad, así como reducir y reorientar el elenco de incentivos. Es desolador que el anteproyecto de ley de Economía Sostenible eluda afrontar una profunda reforma fiscal y se limite a temas que, siendo importantes, son tan sólo una parte del todo. Y ello porque nuestro actual sistema es injusto y de dudosa constitucionalidad; es, sin más, insostenible.
Leer aquí: http://www.lavanguardia.es/free/edicionimpresa/res/20100126/53877485571.html?urlback=http://www.lavanguardia.es/premium/edicionimpresa/20100126/53877485571.html
Economía
TRIBUNA
Fiscalidad insostenible
Publicado 26/01/2010. Edición impresa, pág. 51
Antonio Durán-Sindreu, Profesor de la UPF y consultor empresarial
Hoy la única progresividad fiscal real que existe la soportan, básicamente, las rentas del trabajo
El art. 31.1 de la Constitución establece que todos contribuiremos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con nuestra capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio. Sin embargo, la verdad es que nuestro sistema está hoy muy lejos de cumplir este obligado precepto constitucional. En efecto, la progresividad se ha ido diluyendo como pieza angular del sistema, incluso en el propio impuesto sobre la renta de las personas físicas en el que las rentas del ahorro (dividendos, intereses de depósitos o beneficios por la venta de activos financieros o inmobiliarios, entre otros, tributan al tipo fijo del 19 o 21%) y los ingresos por alquileres de inmuebles de cierta cuantía la eluden lícitamente a través de sociedades que tributan a tipos del 25% o 30%. Si tenemos, además, en cuenta que el ejercicio de actividades económicas se realiza mayoritariamente a través de sociedades, la única progresividad real que hoy existe la soportan, básicamente, las rentas del trabajo, las procedentes de actividades económicas que no tributan en el impuesto sobre sociedades (en adelante, IS) y las rentas de la franja baja-media provenientes del arrendamiento de inmuebles. Si a esto le unimos la supresión del impuesto sobre el patrimonio, la práctica eliminación del impuesto sobre sucesiones y donaciones, salvo muy pocas excepciones, y un IS con tipos proporcionales, es obvio que no se puede afirmar que la fiscalidad directa sea progresiva.
Además, la prolija y compleja gama de incentivos fiscales distorsiona la neutralidad de las decisiones económicas, carecen en muchos casos de una clara finalidad e inciden de forma desigual entre los contribuyentes, planteando problemas de equidad. Por su parte, la normativa autonómica no ha contribuido a mejorar la progresividad, sino a ampliar el elenco de incentivos. Es por tanto imprescindible recuperar la progresividad e igualdad y que todos paguen de acuerdo con su capacidad económica.
Si es también necesario crear riqueza y los mecanismos necesarios para competir económicamente en un entorno globalizado, hay que sentar las bases de una fiscalidad razonable para las rentas del trabajo y de actividades económicas, evitar que el resto de las rentas eludan la progresividad, así como reducir y reorientar el elenco de incentivos. Es desolador que el anteproyecto de ley de Economía Sostenible eluda afrontar una profunda reforma fiscal y se limite a temas que, siendo importantes, son tan sólo una parte del todo. Y ello porque nuestro actual sistema es injusto y de dudosa constitucionalidad; es, sin más, insostenible.
Leer aquí: http://www.lavanguardia.es/free/edicionimpresa/res/20100126/53877485571.html?urlback=http://www.lavanguardia.es/premium/edicionimpresa/20100126/53877485571.html
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