09/03/2011 - LANZA DIGITAL - Opinión - Una espiral de regresividad económica
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09/03/2011 - LANZA DIGITAL - Opinión - Una espiral de regresividad económica
LANZA DIGITAL
Opinión
Una espiral de regresividad económica
Publicado 09/03/2011
Juan Gómez Castañeda
Las características específicas que presenta a estas alturas del siglo XXI el sistema fiscal español quedan definidas en una doble dirección: Por un lado, el proceso de descentralización de nuestro Sector Público, con un desplazamiento de funciones y competencias, relacionadas con el Gasto y con los Ingresos, desde el Estado hacia las Comunidades Autónomas. Por otra parte, el reflejo en nuestro Sector Público de la pérdida de progresividad y solidaridad que caracteriza a la fiscalidad internacional de acuerdo con las pautas establecidas por el modelo teórico neoliberal en un marco globalizado.
La composición de los ingresos tributarios en España nos indica que entre el IRPF, el IVA, los Impuestos Especiales y otros Tributos e Impuestos Indirectos se obtiene en torno al 80% del total de la recaudación. Sólo el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas puede considerarse, de todos ellos, un impuesto progresivo. Pero si analizamos los datos que nos indican el origen de las rentas declaradas en este impuesto, veremos cómo más del 83% de las mismas proceden de rendimientos del trabajo personal dependiente. Este detalle no anula la condición progresiva de nuestro IRPF, pero su eficacia redistributiva solo jugará, en todo caso, entre asalariados con diferentes niveles de ingreso, dejando al margen a los perceptores de rentas del capital o de actividades económicas (profesionales o empresarios).
Esta desigualdad debe analizarse también a la luz del modelo de descentralización territorial vigente en nuestro Sector Público. Independientemente de los mecanismos de compensación y nivelación entre Comunidades, que de hecho contiene el modelo autonómico español para garantizar un mínimo de prestaciones y servicios públicos a los ciudadanos de todos los territorios, lo cierto es que los diferentes gobiernos regionales tienen potestad para desarrollar sus respectivas políticas económicas y de gasto público en función, lógicamente, de sus programas y principios ideológicos. Algunos de ellos proclaman, sin complejo alguno, la supremacía de las políticas neoliberales, que aplican con la sutileza necesaria para no incurrir en costes electorales, pero que pueden llegar a generar escenarios de verdadera falta de equidad y de auténtica injusticia distributiva.
Si lo tomamos a simple título de ejemplo, podemos considerar el caso de la Comunidad de Madrid, modelo seguido por otros gobiernos regionales (o a seguir por aspirantes a gobernar) del mismo tinte ideológico. Además del modelo tributario regresivo que ya hemos reseñado para el conjunto del sistema nacional, añadamos la práctica supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, otorgando bonificaciones de hasta el 99% de su cuota. Desde el lado del gasto, buena parte de los servicios públicos que se están abordando en esa Comunidad (hospitales, transportes, infraestructuras...) lo están siendo a través de modelos privados de gestión y financiación. Ello significa la implicación del empresariado privado en la prestación de estos servicios, con la lógica obtención de beneficios.
Se produce así lo que podríamos llamar “el bucle de la regresividad”, la gran paradoja de la forma neoconservadora de gobernar en el contexto actual. Se trata de prestar unos servicios públicos esenciales que se financian por sus propios beneficiarios (asalariados y consumidores entre los que se incluyen los pensionistas) a través de impuestos y cotizaciones sociales que costean ellos mismos (regresividad fiscal). Esos servicios se prestan mediante formas privadas de gestión que permiten repartir beneficios y dividendos entre unas empresas amparadas por el sector público de los gobiernos neoliberales, que les otorgan las concesiones de los servicios públicos esenciales (sanidad, por ejemplo) y les proporcionan la clientela; empresas que, además, soportan muy escaso coste fiscal redistribuidor y aportan muy baja solidaridad más allá de las cuotas empresariales a la Seguridad Social y un Impuesto de Sociedades a la baja, que no recauda más allá del 20% del total de los ingresos tributarios.
En resumen: servicios públicos generadores de beneficios para las empresas privadas elegidas por el gobierno de la Comunidad para prestarlos, que se financian mediante impuestos que pagan los sectores sociales menos privilegiados. Algo así como una tormenta perfecta en cuyo núcleo se contempla una auténtica espiral de injusticia y regresividad, que no parece tenga tendencia a amainar.
Leer aquí: http://www.lanzadigital.com/opinion/una_espiral_de_regresividad_economica-19923.html
Opinión
Una espiral de regresividad económica
Publicado 09/03/2011
Juan Gómez Castañeda
Las características específicas que presenta a estas alturas del siglo XXI el sistema fiscal español quedan definidas en una doble dirección: Por un lado, el proceso de descentralización de nuestro Sector Público, con un desplazamiento de funciones y competencias, relacionadas con el Gasto y con los Ingresos, desde el Estado hacia las Comunidades Autónomas. Por otra parte, el reflejo en nuestro Sector Público de la pérdida de progresividad y solidaridad que caracteriza a la fiscalidad internacional de acuerdo con las pautas establecidas por el modelo teórico neoliberal en un marco globalizado.
La composición de los ingresos tributarios en España nos indica que entre el IRPF, el IVA, los Impuestos Especiales y otros Tributos e Impuestos Indirectos se obtiene en torno al 80% del total de la recaudación. Sólo el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas puede considerarse, de todos ellos, un impuesto progresivo. Pero si analizamos los datos que nos indican el origen de las rentas declaradas en este impuesto, veremos cómo más del 83% de las mismas proceden de rendimientos del trabajo personal dependiente. Este detalle no anula la condición progresiva de nuestro IRPF, pero su eficacia redistributiva solo jugará, en todo caso, entre asalariados con diferentes niveles de ingreso, dejando al margen a los perceptores de rentas del capital o de actividades económicas (profesionales o empresarios).
Esta desigualdad debe analizarse también a la luz del modelo de descentralización territorial vigente en nuestro Sector Público. Independientemente de los mecanismos de compensación y nivelación entre Comunidades, que de hecho contiene el modelo autonómico español para garantizar un mínimo de prestaciones y servicios públicos a los ciudadanos de todos los territorios, lo cierto es que los diferentes gobiernos regionales tienen potestad para desarrollar sus respectivas políticas económicas y de gasto público en función, lógicamente, de sus programas y principios ideológicos. Algunos de ellos proclaman, sin complejo alguno, la supremacía de las políticas neoliberales, que aplican con la sutileza necesaria para no incurrir en costes electorales, pero que pueden llegar a generar escenarios de verdadera falta de equidad y de auténtica injusticia distributiva.
Si lo tomamos a simple título de ejemplo, podemos considerar el caso de la Comunidad de Madrid, modelo seguido por otros gobiernos regionales (o a seguir por aspirantes a gobernar) del mismo tinte ideológico. Además del modelo tributario regresivo que ya hemos reseñado para el conjunto del sistema nacional, añadamos la práctica supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, otorgando bonificaciones de hasta el 99% de su cuota. Desde el lado del gasto, buena parte de los servicios públicos que se están abordando en esa Comunidad (hospitales, transportes, infraestructuras...) lo están siendo a través de modelos privados de gestión y financiación. Ello significa la implicación del empresariado privado en la prestación de estos servicios, con la lógica obtención de beneficios.
Se produce así lo que podríamos llamar “el bucle de la regresividad”, la gran paradoja de la forma neoconservadora de gobernar en el contexto actual. Se trata de prestar unos servicios públicos esenciales que se financian por sus propios beneficiarios (asalariados y consumidores entre los que se incluyen los pensionistas) a través de impuestos y cotizaciones sociales que costean ellos mismos (regresividad fiscal). Esos servicios se prestan mediante formas privadas de gestión que permiten repartir beneficios y dividendos entre unas empresas amparadas por el sector público de los gobiernos neoliberales, que les otorgan las concesiones de los servicios públicos esenciales (sanidad, por ejemplo) y les proporcionan la clientela; empresas que, además, soportan muy escaso coste fiscal redistribuidor y aportan muy baja solidaridad más allá de las cuotas empresariales a la Seguridad Social y un Impuesto de Sociedades a la baja, que no recauda más allá del 20% del total de los ingresos tributarios.
En resumen: servicios públicos generadores de beneficios para las empresas privadas elegidas por el gobierno de la Comunidad para prestarlos, que se financian mediante impuestos que pagan los sectores sociales menos privilegiados. Algo así como una tormenta perfecta en cuyo núcleo se contempla una auténtica espiral de injusticia y regresividad, que no parece tenga tendencia a amainar.
Leer aquí: http://www.lanzadigital.com/opinion/una_espiral_de_regresividad_economica-19923.html
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