19/09/2010 - DIARI DE TARRAGONA.COM - Opinión - El violinista del Titanic

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Opinión
El violinista del Titanic
Publicado 19/09/2010
Dánel Arzamendi Balerd

Pocas veces hemos constatado una unanimidad semejante en torno a un pronóstico electoral: CiU recuperará una institución que siempre ha considerado propia por derecho divino, el PSC procurará defender el máximo número de asientos a través de un acuerdo con los nacionalistas, el PP quedará marginado de cualquier pacto estable para evitar el contagio de la lepra electoral que le persigue, ERC intentará embaucar a Artur Mas para formar un frente nacionalista que libere a Catalunya del sanguinario yugo español, ICV se resignará a volver a la oposición a 80 km/h, y Ciutadans procurará sobrevivir a la tormenta explotando su monotemático asunto estrella.

No sé si soy el único en percibir algo parecido, pero la visión de un President Montilla prematuramente derrotado, arrastrándose por un maratón de actos políticos organizados por sus asesores para fingir un entusiasmo inexistente, comienza a inspirar una lástima cuyos efectos electorales pueden resultar impredecibles.

Ciertamente, el Molt Honorable lo tiene muy difícil: el desprestigio del socialismo español lo ha arrastrado sin remedio, las peregrinas ocurrencias de sus compañeros de gobierno le han estallado en sus propias manos, ha tenido que huir escoltado por la policía de una manifestación que él mismo había convocado, ha visto cómo el propio inventor del Tripartito de Mary Shelley apostaba públicamente por la victoria convergente, se ha convertido en la diana de los reproches por los incumplimientos de Zapatero, ha sido repudiado por sus socios nada más convocar las elecciones… Va a terminar convirtiéndose en el Calimero de la política catalana: ahora que todo le sale mal, empezamos a cogerle cariño.

En este contexto, no debería llamar la atención el progresivo giro emprendido por algunos comentaristas, que empiezan a mostrar un curioso y repentino afecto por el delfín de Jordi Pujol. No en vano, hace años que escucho que la mejor manera de conocer el nombre del triunfador de unas elecciones es observar a quién hace la pelota un conocido y veterano locutor de la radio española durante la precampaña. Si uno quiere estar en la onda, lo que se lleva ahora es lapidar a José Montilla e incensar a Artur Mas, y lo más gracioso es que algunos consideran esta actitud una rebelión contra el poder establecido. Sin ir más lejos, hace unos pocos días leí un escrito que elogiaba la valentía de apoyar a CiU en los medios de comunicación, por cuanto podía suponer un riesgo para la obtención de subvenciones de la actual Generalitat. ¿Valentía? Tal y como están las cosas, criticar abiertamente al PSC supone arrimarse al sol que más calienta, asumiendo dos meses de enemistad con el poder, con el fin de garantizar cuatro u ocho años de protección gubernamental.

Hay que reconocer que Artur Mas lo tiene todo de cara. Después de la desastrosa experiencia del Tripartit, sería capaz de ganar las elecciones al modo ‘rajoyense’: dejar hacer, dejar fallar, dejar caer. Aun así, pese a su indefinición en algunas cuestiones de calado y algún que otro patinazo (léase Tremosa), CiU ha conseguido centrar su campaña en propuestas que lograrán una aceptación generalizada: implantación del concierto económico, supresión del impuesto de sucesiones, reforma de la reglamentación viaria, etc.

Así, mientras el líder de la oposición en el Parlament ya ha pedido presupuesto para redecorar a su gusto el despacho presidencial, José Montilla asiste a la debacle como el primer violinista de la orquesta del Titanic. Bajo el fulgor de las bengalas, un Tripartito a la deriva hace aguas por todas partes, entre el griterío de una turba que se lanza por la borda. Se ha corrido la voz de que no hay suficientes salvavidas para todos los cargos de confianza. El conseller Castells nada en busca de un trozo de madera que le permita mantenerse a flote, mientras Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Saura se han puesto un mantón de manila sobre la cabeza para colarse entre los botes reservados para las mujeres y los niños. Pese a todo, el President sigue en su puesto: serio, estoico, sereno, imperturbable… Los más espabilados intentan alcanzar un navío que les adelanta por la derecha, pero el capitán convergente no piensa arriesgar su nave para socorrer a los damnificados. Un marinero afirma haber visto a Celestino Corbacho, Ministro de Paro del gobierno socialista, achicando el agua con una pandereta. Puede que desconozca la magnitud de la brecha abierta por un gélido iceberg llamado ERC. Todo está perdido. «Nearer, my God, to Thee»…

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