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07/02/2010 - DIARI DE TARRAGONA.COM - La caja de los truenos

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Missatge  Montser Dl 08 Feb 2010, 08:39

DIARI DE TARRAGONA.COM
La caja de los truenos
Publicado 07/02/2010
Dánel Arzamendi

La clase política tiene como función principal la representación de la voluntad de los electores en los foros de decisión habilitados al efecto, de acuerdo con los principios que han llevado a sus votantes a elegirlos para sus respectivos cargos. Así, el trabajo de los profesionales de la política suele limitarse a la mera administración temporal de los recursos públicos, aunque en ocasiones deben enfrentarse a cuestiones de mayor calado. Con el fin de evitar que una mayoría ajustada pueda alterar principios constitutivos del propio sistema, suelen implantarse sistemas de control previo como la exigencia de mayorías cualificadas en el ámbito parlamentario, o la necesidad de someter determinados asuntos a referéndum. Si bien parece evidente considerar legítima la actuación de un gobierno legalmente constituido a la hora de gestionar los asuntos públicos como mejor le parezca, quizás no podría decirse lo mismo cuando un ejecutivo débil o sin el necesario respaldo popular pretendiera incidir unilateralmente en el esquema medular de un ente político, alterando las reglas electorales, variando las relaciones entre los diferentes poderes o modificando su organización territorial.

Algo así puede estar ocurriendo con la última iniciativa del conseller Ausàs, dado que son millones los catalanes convencidos de que el actual proyecto del Govern para implantar el sistema de veguerías no es más que un experimento problemático, grave, costoso e inútil. Y es que no se trata de una mera modificación del impuesto de sucesiones o de reducir los límites de velocidad en los alrededores de Barcelona, sino de refundar el mapa del país después de varios siglos de razonable convivencia. Sólo ha hecho falta ojear el periódico durante estos días para percibir la respuesta que el texto ha provocado en casi todos los territorios de Catalunya: el Ayuntamiento de Lleida considera inaceptable la segregación del Pirineo; en el Penedès están que trinan por haber quedado fuera del reparto territorial; Manresa, Vic e Igualada pugnan por la capitalidad de la Catalunya Central; Amposta exige ser sede institucional del Consell de Veguería de las Terres del Ebre; el pueblo de Tarragona plantea más de cinco mil alegaciones al proyecto; el Vall d’Aran amenaza con independizarse si no se le concede su propia veguería… Al menos, la redacción definitiva presentada por la Generalitat nos ha servido a los habitantes de Tarragona para constatar unas evidencias que, no por previsibles, dejan de ser ciertamente desoladoras: primero, que el alcalde Ballesteros pinta menos en su partido que un Plastidecor blanco, y segundo, que ERC de Tarragona terminará definitivamente por constituirse como sucursal de ERC de Reus.

En cualquier caso, alguien con sentido común en la plaza de Sant Jaume –que los habrá, digo yo– debería tomar nota de la encuesta aparecida en La Vanguardia, con un 83% de los consultados contrarios a la reforma. ¿Cómo se puede pretender imponer una nueva división territorial con semejante nivel de rechazo? ¿En qué cabeza cabe la alteración radical del mapa político de todo un país por la simple obstinación de un partido minoritario como ERC? La búsqueda de una explicación plausible nos obliga a escarbar en los oscuros tejemanejes a los que el Tripartit nos tiene tan acostumbrados, pues a nadie se le escapa que el reciente fervor del president Montilla por el proyecto republicano viene indisolublemente unido a la aprobación simultanea del Área Metropolitana de Barcelona, tan deseada por los socialistas desde hace años y que la CiU gobernante vetó para evitarse un contrapoder tan potente frente a la propia Generalitat.

Resulta asombrosa la tendencia de algunos por gobernar a golpe de ouija, vista su obsesión por acabar con los borbones o reimplantar una organización territorial medieval, demostrando así que priorizan el intento por apaciguar las aspiraciones de sus fantasmas particulares sobre la efectiva resolución de los verdaderos problemas de los ciudadanos de la Catalunya actual. ¿Acaso desconocía la dirección de ERC el lío que iba a provocar? Una de dos: o se hallan tan lejos de la realidad como para desconocer el pulso de la calle, o bien su sentido del patriotismo es tan original como para poner patas arriba el país entero con tal de salirse con la suya en una cuestión eminentemente partidista.

Leer aquí: http://www.diaridetarragona.com/blogs/elarticulo/039522/caja/truenos
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