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El Pampaneo
Sobre los impuestos
Publicado 16/03/2010
SÁNCHEZ DE LA ROSA

Porque el actual catálogo de impuestos es de lo más variopinto, y resulta muy raro que alguno, como quiere la oposición sobre el del valor añadido, se caiga del cartel

Estos días se habla mucho de impuestos, como si hubiera elecciones, periodo propicio a utilizarlos como arma dialéctica. El impuesto es una palabra sonora, contundente y malsonante por principio. Si dicen que los van a subir apela uno a la historia y los encuentra con Robin Hood, que en el bosque de Sherwood disparaba unos flechazos envenenados a los recaudadores del rey. Si anuncian su bajada abre uno los ojos y se pellizca, por si está soñando, porque se trata de una circunstancia tan improbable como que el administrador que los administre sea un buen administrador, que así lo plantea el trabalenguas, pues no es frecuente encontrar uno, digo público, que se gaste los cuartos razonablemente, y ahí está el detalle que les contamos ayer en estas páginas de pueblos que se gastan más que ingresan.

Todos los políticos emplean estos días en sus debates el discurso impositivo. Ahora es por el IVA, que Zapatero mantiene como resorte económico para reducir el déficit, que buena falta hace, y Rajoy -capaz de montar un auto sacramental con menos motivos- como si se tratase de una plaga bíblica, como aquellas bandadas de langosta que se comían las cosechas de cereales con una voracidad implacable arrasando el campo. «Mire Su Majestad que no han dejado ni con qué encender», le dijeron los pobres vecinos a Felipe V al darnos la feria franca, mientras el monarca esperaba a cambio una compensación. Entonces aun no había la tira de tasas que ahora nos agobia, con ayuntamientos endeudados hasta las cejas y una endiablada morosidad, también fiscal.

Porque el actual catálogo de impuestos es de lo más variopinto, y resulta muy raro que alguno, como quiere la oposición sobre el del valor añadido, se caiga del cartel. Ya saben que el IVA es un impuesto indirecto sobre el consumo, que recae al final, lógicamente, en el consumidor. Tenemos un impuesto de sociedades, otro de sucesiones, y luego están el de donaciones, el de sucesiones patrimoniales y actos jurídicos documentados, también el de patrimonio, el de la renta de las personas físicas, sobre el tráfico de empresas. Incluso es posible que alguno haya cambiado de nombre, aunque siempre serán los mismos perros con distintos collares. En fin, que por donde quiera que va el currante, como en la copla, qué mala estrella le guía. Otros impuestos están agazapados en el precio de los cigarrillos, en el alcohol y otros bienes de consumo. Y sin quieres ver 'Avatar', antes de que le metas mano a la bolsa de palomitas ya te han clavado.

Están viendo lo que sucede. La ministra de Economía y sus cobradores del frac insisten en que nuestra colaboración es imprescindible si queremos salir del pozo. Como si no tuviésemos bastante con la situación del Alba, abocado a otro pozo que llena de angustia a la sufrida afición. O sea, que vivimos en una sociedad maltratada por la contrariedad, a veces sin catarlo ni beberlo, porque las decisiones las toman otros en los consejos de ministros y en los deportivos. Dicen que con nuestro apoyo se pueden corregir ciertas irregularidades; seguro que entre ellas no figura la nómina, ya se trate de sus señorías o de algún jugador que no dan la talla ni en el escaño ni en el césped.

Leer aquí: http://www.laverdad.es/albacete/v/20100316/opinion/sobre-impuestos-20100316.html