03/01/2010 - Política - Mirador - La política catalana en el juego de espejos

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La política catalana en el juego de espejos
Publicado 03/01/2010
ENRIC MARÍN

Más pronto que tarde habrá que hacer una evaluación crítica de la acción de gobierno de los últimos seis años en Catalunya. La nota será más alta de lo que marca la percepción pública. La distancia entre la calidad de la acción de gobierno y la opinión pública se explica por cuatro razones: primera, el descrédito creciente de la política; segunda, la torpe gestión de la liturgia política que han demostrado los gobiernos de coalición de izquierdas; tercera, el peso singular de la agenda política referida al autogobierno y la revisión de la relación entre Catalunya y España; y, cuarta, la crisis.

Veamos tres ejemplos muy representativos: el acuerdo de financiación, la revisión del impuesto de sucesiones y el traspaso de Cercanías. El acuerdo de financiación es el que salió mejor parado, pero no llegó a la opinión pública la significación del salto cualitativo. La revisión del impuesto de sucesiones del tripartito es muy correcta, pero, con estilo populista, CiU ha ganado la batalla de la opinión pública por goleada. Finalmente, el traspaso de Cercanías tiene cierta dimensión histórica, pero el estado del servicio, el contexto político y la gradualidad en el cambio de gestión pueden acabar diluyendo la percepción de su importancia.

Los buenos caricaturistas son los editorialistas más entendedores y eficaces de la prensa escrita. El martes pasado, Ferreres interpretaba magistralmente el momento: un exultante Artur Mas caracterizado de Papá Noel anunciaba la supresión del impuesto de sucesiones, minimizando el impacto del anuncio de rebaja de unos líderes del tripartito caracterizados de Reyes Magos. Hoy CiU aparece menos desgastada por la situación que los partidos del Govern. En primer lugar, la crisis económica y la crisis de la política afectan menos a la oposición que al Gobierno. En segundo, la imagen ya idealizada del funcionamiento monolítico de los gobiernos liderados por Jordi Pujol contrasta con las diferencias de criterio que regularmente afloran entre los partidos que conforman la mayoría parlamentaria que sustenta al Gobierno de las izquierdas. Y, finalmente, la vinculación entre PSC y PSOE facilita que la federación liderada por Mas parezca más libre que la izquierda para fijar una posición catalana exigente ante la urgencia de defender el autogobierno.

El juego de espejos con el que se ha construido la imagen de la política catalana de los últimos años hace poco relevantes hechos tan cargados de significación como el pacto unilateral entre Mas y José Luis Rodríguez Zapatero que supuso el primer tijeretazo al Estatut, o bien el pulso que el Govern de José Montilla mantuvo con el Gobierno central por la financiación. De hecho, el pulso más duro que se recuerda desde la creación de la CCRTV en la primera legislatura de Jordi Pujol.

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