02/01/2011 - Distritos - Xavi Torres: «En Montjuïc me entró la enfermedad de jugar al fútbol»

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Distritos
Xavi Torres: «En Montjuïc me entró la enfermedad de jugar al fútbol»
Publicat 02/01/2011. Edición impresa, Distritos, pàg. 43
CARME ESCALES
BARCELONA

Un vecino llamado... Xavi Torres, periodista deportivo

El presentador de 'Hat Trick Barça' (TV-3) se enorgullece de haberse criado en la calle, en la montaña de Montjuïc, porque allí fue donde construyó su pasión por el fútbol. Pero por culpa del impuesto de sucesiones su familia tuvo que renunciar a la torre en la que él vivió.

Entre dos árboles, sobre la tierra polvorienta de la pequeña plaza que tenía delante de casa, en una media luna que dibuja, aún hoy, la calle de la Dàlia, el periodista Xavi Torres encajó sus primeros goles. En aquel patio tan particular, que se mojaba cuando llovía, como todos los demás, con sus amigos del barrio de la Font de la Guatlla, Torres consumía las horas y los minutos que no pasaba en el colegio, «hasta que salía mi abuela a gritarnos: ¡A comer!», recuerda.

Después de mucho tiempo, el periodista vuelve a pisar esa tierra, justo al otro lado de la carretera, frente a la entrada del Poble Espanyol. «Este fue el primer lugar donde a mí me entró la enfermedad de jugar a fútbol», afirma el periodista. Su mirada alcanza con acusada nostalgia la casa que fue, durante 28 años, su hogar. «Estas torres las hicieron para los guiris con motivo de la Exposición Universal del 29. Cuando se terminó, las sortearon entre los empleados del ayuntamiento y de los juzgados», explica Torres. Su abuelo materno, trabajaba en los juzgados, adquirió la casa que ha sido de la familia hasta hace cuatro años. «El putu impuesto de sucesiones ha hecho que mis padres tuvieran que vendérsela», afirma.

Pelotas y periodismo

En el parque que había delante de la casa, al que llamaban «de la Guardia Urbana porque la caseta que aún hay en medio era de ellos», iniciamos un paseo por el barrio de Xavi Torres. Fútbol y periodismo nos acompañarán. «Al final, es lo que me ha hecho ser lo que soy», dice.

De camino al lugar donde estuvo su escuela, la Academia Pizarro -en la esquina de Rabí Rubén y Sant Fructuós- el presentador de TV-3 rememora el momento en el que su pasión por la pelota y sus estudios se dieron la mano. «Yo era un desastre en clase. No leía, no hacía nada. Solo pensaba en jugar a fútbol. Entonces, una profesora, Llúcia, con mucha psicología, le dijo a mi madre: cómprele un diario deportivo», explica Torres. «Me compró el Dicen y, al principio, le pedía a mi madre que me lo leyera, pero ella me contestaba que lo hiciera yo. A la semana, lo leía todo», afirma. «Con siete años, me hice un libro con mis estadísticas del Mundial de Argentina y las crónicas del Barça. Desde entonces, he tenido necesidad de ello», confiesa el periodista deportivo. «Si no, no sé qué hubiera hecho», se pregunta.

En el quiosco de la Gran Via, a la altura de la calle de Santa Dorotea, Torres se detiene a saludar al dueño, Carles Ciurana (foto). «Este es el quiosco donde mi familia compraba los periódicos. Mis padres y mi hermana ahora viven muy cerca. Carles es ya la segunda generación, cuando yo era pequeño, nos atendía su padre», recuerda Torres.

La afición por el balón acabaría guiando a Xavi Torres a la carrera de Ciencias de la Comunicación. Pero antes, pasó por la escuela del Barça y vistió la camiseta de diferentes equipos, uno de ellos, el de la UE de Sants. Hoy, pese a las molestias que arrastra por una rotura de peroné, sigue practicando su deporte favorito. «Prefiero el dolor de rodilla a la tortura de la mente», dice quien es, además, presidente del club de fútbol base Hristo Stoichkov, de Vilafranca del Penedès. «Cada día trabajo para el club», asegura el también secretario de la Plataforma Proseleccions Esportives Catalanes.

Fútbol, periodismo y catalanismo apuntalan la vida de este presentador. «Conozco bien Barcelona y su entorno, por sus campos de fútbol: La Mina, la Perona, Sant Martí, L'Hospitalet, Les Corts...». Aquella Barcelona que había descubierto, a los 13 años, cuando lo inscribieron en el colegio Lestonnac, en la calle de Aragó, muy cerca de donde reside ahora el periodista.

Desde entonces, su montaña de Montjuïc se convirtió en su dormitorio. «Me fascinó el cine, la Rambla, el parque de la Ciutadella, el Born, las nenas... Tenía más ganas de ir hacia allí que de quedarme arriba», recuerda. Todo el jugo que se le podía sacar al barrio lo llevaba ya en sus pies. «Me gusta mucho este rincón de Montjuïc, ¡a quién no! Fue un privilegio vivir aquí. Pero yo soy de Barcelona. Me gustan las colas, el humo, el merder. ¿Estoy loco? No. Todo eso me parece fantástico», afirma.

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