14/12/2010 - Opinión - Los cien días
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14/12/2010 - Opinión - Los cien días
LA VANGUARDIA.ES
Opinión
Los cien días
Publicado 14/12/2010
M. Dolores García
Artur Mas será investido president antes de Navidad.Empezará entonces la cuenta atrás de los cien primeros días de su gobierno y, aunque se ha cuidado mucho de excederse en promesas electorales, ese examen influirá sin duda en sus decisiones iniciales. Los cien días aluden al periodo en el que Napoleón regresa a París de su exilio en la isla de Elba e intenta convencer a los franceses y a las otras potencias de que el emperador autocrático ha dado paso a un gobernante constitucional. Su pretensión desemboca en Waterloo y en su confinamiento en Santa Elena. Cien días no sirven para juzgar una política ni resolver los males de un país, pero sí para vislumbrar el estilo, prioridades e intenciones de quien logra encaramarse al poder.
El error más común del gobernante en esos cien días es continuar en campaña. Y su tentación primera es demostrar que cumplirá lo prometido sin dilación. En el caso de Mas, los compromisos más visibles que ha adquirido en estos meses han sido suprimir el impuesto de sucesiones, adelgazar el aparato político de la administración, apoyo a las empresas y más atención a la enseñanza, así como una vaga promesa de evitar el sectarismo, representado en su insistencia en que pondrá al mando a los mejores, es decir, que no se dejará llevar por amiguismos ni caciquismos partidarios. Esta será la más difícil de cumplir conforme avance el mandato.
Sin embargo, la propuesta estrella ha sido el concierto económico o nuevo pacto fiscal que mejore la financiación catalana, y que incluye la posibilidad de convocar un referéndum para reclamarlo ante la previsible negativa del Gobierno central. No es una materia de la que deba rendir cuentas en cien días. La reclamación del concierto quedará en barbecho hasta las elecciones del 2012, a la espera de si PSOE o PP precisan del apoyo de CiU. Mas goza así de un año de margen antes de enzarzarse en debates soberanistas.
El gran error de Pasqual Maragall fue sumergirse de inmediato en la titánica tarea de la reforma del Estatut y, casi, de la arquitectura institucional de España. Mas calcula con celo sus inmediatas decisiones. Sus primeros pasos serán analizados con lupa. Pero no decidirán el futuro. Maragall salió por primera vez al balcón del Palau de la Generalitat acompañado de Zapatero y fue este quien después le empujó fuera del cargo. Montilla empezó obligando a Puigcercós a izar la bandera española y acabó manifestándose contra el Constitucional. Zapatero se estrenó retirando las tropas de Iraq y hoy aparece en los papeles de Wikileaks como sumiso vasallo de EE.UU. Y Aznar transfería el tráfico a los Mossos mientras intimaba en catalán para despedirse renegando de las autonomías y chapurreando inglés en las Azores. A todos les ha llegado su Waterloo particular. Pero cada uno es dueño de su destino. Para evitar seguir esa estela, Mas deberá recordar durante todo su mandato cuáles eran sus intenciones en los primeros cien días.
El PP y la jubilación a los 67
Aunque al principio era más bien reticente, el PP podría acceder finalmente a apoyar en el pacto de Toledo la ampliación de la edad de jubilación a los 67 años. Los populares lo habían supeditado a que se levantara la congelación de las pensiones decidida por Zapatero. Rajoy era partidario de mantener la edad de jubilación a los 65 y que fuera voluntario hacerlo más tarde. La presión europea está decantando su postura.
Los “bárbaros” del tripartito
El diputado y dirigente del PSC Joan Ferran ha escrito un libro que dará que hablar. Se titula El quadrienni dels bàrbars y el subtítulo lo dice todo: “dietario subjetivo de una legislatura”. El autor narra los últimos cuatro años de tripartito, explicando situaciones que los políticos no suelen contar en público y sin ahorrarse referencias que levantarán ampollas entre los personajes aludidos, no sólo los adversarios, sino también algunos de las propias filas.
Mítines sin Montilla
El PSC ha decidido ya que no celebrará su congreso hasta otoño, o sea, que mantendrá la incógnita sobre el liderazgo del partido. Los candidatos a alcaldes llevarán el peso de la campaña de las municipales sin el apoyo de un líder. De hecho, algunos confiesan que no tienen precisamente muchos deseos de que José Montilla los acompañe en los mítines.
Leer aquí: http://www.lavanguardia.es/opinion/articulos/20101214/54087084497/los-cien-dias.html
Opinión
Los cien días
Publicado 14/12/2010
M. Dolores García
Artur Mas será investido president antes de Navidad.Empezará entonces la cuenta atrás de los cien primeros días de su gobierno y, aunque se ha cuidado mucho de excederse en promesas electorales, ese examen influirá sin duda en sus decisiones iniciales. Los cien días aluden al periodo en el que Napoleón regresa a París de su exilio en la isla de Elba e intenta convencer a los franceses y a las otras potencias de que el emperador autocrático ha dado paso a un gobernante constitucional. Su pretensión desemboca en Waterloo y en su confinamiento en Santa Elena. Cien días no sirven para juzgar una política ni resolver los males de un país, pero sí para vislumbrar el estilo, prioridades e intenciones de quien logra encaramarse al poder.
El error más común del gobernante en esos cien días es continuar en campaña. Y su tentación primera es demostrar que cumplirá lo prometido sin dilación. En el caso de Mas, los compromisos más visibles que ha adquirido en estos meses han sido suprimir el impuesto de sucesiones, adelgazar el aparato político de la administración, apoyo a las empresas y más atención a la enseñanza, así como una vaga promesa de evitar el sectarismo, representado en su insistencia en que pondrá al mando a los mejores, es decir, que no se dejará llevar por amiguismos ni caciquismos partidarios. Esta será la más difícil de cumplir conforme avance el mandato.
Sin embargo, la propuesta estrella ha sido el concierto económico o nuevo pacto fiscal que mejore la financiación catalana, y que incluye la posibilidad de convocar un referéndum para reclamarlo ante la previsible negativa del Gobierno central. No es una materia de la que deba rendir cuentas en cien días. La reclamación del concierto quedará en barbecho hasta las elecciones del 2012, a la espera de si PSOE o PP precisan del apoyo de CiU. Mas goza así de un año de margen antes de enzarzarse en debates soberanistas.
El gran error de Pasqual Maragall fue sumergirse de inmediato en la titánica tarea de la reforma del Estatut y, casi, de la arquitectura institucional de España. Mas calcula con celo sus inmediatas decisiones. Sus primeros pasos serán analizados con lupa. Pero no decidirán el futuro. Maragall salió por primera vez al balcón del Palau de la Generalitat acompañado de Zapatero y fue este quien después le empujó fuera del cargo. Montilla empezó obligando a Puigcercós a izar la bandera española y acabó manifestándose contra el Constitucional. Zapatero se estrenó retirando las tropas de Iraq y hoy aparece en los papeles de Wikileaks como sumiso vasallo de EE.UU. Y Aznar transfería el tráfico a los Mossos mientras intimaba en catalán para despedirse renegando de las autonomías y chapurreando inglés en las Azores. A todos les ha llegado su Waterloo particular. Pero cada uno es dueño de su destino. Para evitar seguir esa estela, Mas deberá recordar durante todo su mandato cuáles eran sus intenciones en los primeros cien días.
El PP y la jubilación a los 67
Aunque al principio era más bien reticente, el PP podría acceder finalmente a apoyar en el pacto de Toledo la ampliación de la edad de jubilación a los 67 años. Los populares lo habían supeditado a que se levantara la congelación de las pensiones decidida por Zapatero. Rajoy era partidario de mantener la edad de jubilación a los 65 y que fuera voluntario hacerlo más tarde. La presión europea está decantando su postura.
Los “bárbaros” del tripartito
El diputado y dirigente del PSC Joan Ferran ha escrito un libro que dará que hablar. Se titula El quadrienni dels bàrbars y el subtítulo lo dice todo: “dietario subjetivo de una legislatura”. El autor narra los últimos cuatro años de tripartito, explicando situaciones que los políticos no suelen contar en público y sin ahorrarse referencias que levantarán ampollas entre los personajes aludidos, no sólo los adversarios, sino también algunos de las propias filas.
Mítines sin Montilla
El PSC ha decidido ya que no celebrará su congreso hasta otoño, o sea, que mantendrá la incógnita sobre el liderazgo del partido. Los candidatos a alcaldes llevarán el peso de la campaña de las municipales sin el apoyo de un líder. De hecho, algunos confiesan que no tienen precisamente muchos deseos de que José Montilla los acompañe en los mítines.
Leer aquí: http://www.lavanguardia.es/opinion/articulos/20101214/54087084497/los-cien-dias.html
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