17/02/2010 - LA RAZÓN.ES - Andalucía - Columnistas - Titulares sin titular

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Titulares sin titular
Publicado 17/02/2010
Santiago Talaya

Partiendo de la frustrante premisa de que el presidente de la Junta piensa que el margen de la política autonómica es escaso y que de la crisis no saldremos hasta que las locomotoras alemana y norteamericana no vuelvan a echar humo, es comprensible que el debate de ayer sobre la situación económica en la comunidad con más paro del país no fuera retransmitido ni por su radio ni por su televisión públicas. Al menos, aparte de la vergüenza que supone, lo positivo es que Griñán podrá suprimir ahora con menos cargo de conciencia los doscientos millones que cuesta el ente que algunos han dado en llamar «la nuestra» y que por lo visto (o por lo no visto) considera los dibujos animados y el ligoteo en la tercera edad más importantes que las propuestas de los principales líderes de la región en materia de crisis. Privada pues la ciudadanía andaluza de este primer gran debate del año (que luego no sean de extrañar las encuestas sobre opinión pública del Cadpea), Griñán, Arenas y Valderas fueron a su vez privados de ser enjuiciados por los electores, si bien en el caso del coordinador de Izquierda Unida su vacío discurso antiliberal fue puesto en evidencia por el propio presidente cuando le espetó que no había siquiera sugerido ni una medida concreta. Intuyo el sufrimiento que debe sentir Griñán con sólo pensar que si gobierna lo tendrá que hacer apoyado en los neocomunistas. Él, que fue ayer tan ortodoxo y pedagógico en política macroeconómica, terreno que indudablemente domina pero donde su falta de liderazgo le impide ser más valiente. Por ejemplo, sólo con que se hubiera atrevido a anunciar la supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones (en vez de circunloquios de parientes colaterales), el viaje al centro que pretende y la sensación de nueva etapa hubieran sido todo uno.

Por eso, aun siendo creíble, el presidente no generó ayer la confianza que precisan los tiempos y que con acierto le recriminó Arenas, quien en su última carrera hacia la Casa Rosa sabe que no puede permitirse ni un error y por tanto hizo bien en compartir con el Gobierno aquellas medidas asumibles por el programa popular.
Arenas ha demostrado tener más vidas políticas que un gato y, con televisión de por medio o sin ella, ha olido que la recesión no es cubo de basura donde hurgar.

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