08/01/2010 - ABC.ES - Catalunya - Los jardines de Montilla

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Los jardines de Montilla
Publicado 08/01/2010

LOS PASOS PERDIDOS

METERSE en jardines político-legislativos. Esa parece ser la auténtica especialidad del tripartito. Primero fue la reforma del Estatut, allá por la legislatura tripartita presidida por Pasqual Maragall. Y después vendrían reformas y nuevas competencias no menos comprometidas, como la reforma de la Corporación Catalana de Radio y Televisión o la ampliación de competencias del Síndic de Greuges.

Más recientemente, la Ley de Educación o la reforma del Impuesto de Sucesiones han vuelto a poner en entredicho la solidez de la coalición gubernamental, que no contenta con ello afronta la recta final de la legislatura con dos auténticas «patatas calientes» entre manos, la ley electoral y las veguerías.

En estos casos parece claro, sin embargo, que el objetivo del Govern no es tanto saldar dos históricas revindicaciones de catalanismo que nunca fueron lo suficientemente importantes como para aunar voluntades políticas, como sacarse el muerto de encima. Esto es, centrifugar los problemas hacia el Parlament, y que sean los partidos, oposición incluida, los culpables de no haberlos sabido encauzar para alcanzar el consenso necesario.
En el caso de la ley electoral, la estrategia parece clara desde que Joan Puigcercós asumió el reto con la promesa de elaborar una propuesta y la condición de que fuera el Parlament quien diera forma definitiva al texto. «Sería un escándalo democrático que un gobierno redactara en solitario la ley electoral», argumentó para trasladar el debate a la Cámara.

En cuanto a la reforma territorial teóricamente pactada en el Govern, parece poco probable que el Ejecutivo que preside Montilla haya aprobado un texto contrario a los intereses de los alcaldes socialistas. O el president ha perdido el control de su partido hasta límites insospechados, o el supuesto consenso alcanzado en el seno del Consell Executiu no era más que un modo de dar largas a Esquerra, a la espera de que la Diputación de Barcelona, bajo control absoluto del PSC, dinamitara convenientemente el acuerdo. A partir de ahí, el debate en el Parlament, vía enmiendas a la ley de Ausàs, es gratis. Yo apuesto por la segunda opción. ¿Ustedes?

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