21/11/2009 - ABC.ES - Opinión en Catalunya - El expoliador está en casa

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Opinión en Catalunya
El expoliador está en casa
Publicado 21/11/2009
MIGUEL PORTA PERALES

DESPUÉS de tres décadas de victimismo catalanista —de tres siglos, según el calendario papal catalanista que empieza en 1714—, los catalanes estamos descubriendo que el expoliador está en casa. De tan acostumbrados como estábamos a creer que «Madrid» se quedaba el dinero, nunca llegamos a pensar que la plata se la pudieran llevar los nuestros. Ahí tienen —una manera particular de llevarse la plata— la ristra de informes autonómicos y municipales que no sirven para nada. Corrijo: sirven para incrementar los ingresos de quienes viven del pesebre institucional. La plata también se funde vía embajadas y otros gastos suntuarios. ¿Más ejemplos? Piensen ustedes en los impuestos y tasas que gravan nuestra vida. Es cierto que hay que pagar impuestos y que la Constitución lo dice con meridiana claridad: «Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio». La clave está en ese «en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio». Conviene preguntar qué significa «confiscar» y quién es el confiscador y el confiscado. El diccionario aclara que «confiscar» es «atribuir al fisco los bienes de una persona». La definición, a la chita callando, revela quién es el confiscador —la hacienda pública— y quién es el confiscado —el ciudadano que se ve despojado de sus bienes— en este asunto.

A tenor de lo dicho, surge la cuestión: a los catalanes, ¿nos confiscan los bienes? La respuesta es afirmativa. Y ahí está el impuesto de sucesiones —competencia de la Generalitat— para probarlo. Gracias a la plataforma NOsuccessions nos hemos enterado —cosa que sabían quienes lo han padecido en carne propia— de varias cosas: que dicho impuesto puede reducir la herencia en un treinta por ciento; que el hecho de que los bienes heredados sean de titularidad compartida no exime el pago del impuesto cuando uno de los miembros fallece; que si la persona difunta residió durante más de dos años fuera de su vivienda habitual —con los hijos o en una residencia— pierde la exención fiscal del valor del piso en donde vivía; que el valor catastral del inmueble se multiplica por un coeficiente que hace que la valoración, a efectos impositivos, pueda superar el valor de mercado.

Para no olvidar: en Cataluña, por el impuesto de sucesiones, se paga cien veces más que en la gran mayoría de las demás Comunidades Autónomas; hay personas y familias que han de renunciar al patrimonio heredado porque no pueden pagar el impuesto; en algunas Comunidades Autónomas el impuesto no existe. Última hora: la Generalitat anuncia su «práctica desaparición». Pero no concreta el mínimo exento. Que, presumiblemente, será bajo. Y ya verán ustedes como alguien dirá que sin este impuesto la Generalitat tendrá menos recursos y todos saldremos perdiendo. Pues que se olviden del gasto inútil. Y que supriman la totalidad del impuesto.

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