26/10/2009 - ESTRELLA DIGITAL.ES - Opinión - El peaje de la muerte

ESTRELLA DIGITAL.ES
Opinión
El peaje de la muerte
Publicado 25/10/2009
Enrique Badía

Nada que ver con ninguna clase de rito funerario: cientos de autobuses urbanos de tres de las cuatro capitales provinciales de Cataluña -Tarragona se ha negado- lucirán desde hoy la frase como lema de una campaña que reclama la supresión del impuesto de sucesiones en el Principado. Se trata de un movimiento ciudadano al que, al menos en principio, parecen ajenos los partidos políticos. Desde luego, dos de los que integran el tripartito que gobierna la Generalitat (PSC e ICV), que se han manifestado reiteradamente en contra de eliminar el tributo, pero tampoco ERC, que mantiene una actitud contradictoria, ni CiU y PP, con posturas algo más matizadas desde su papel en la oposición.

La iniciativa es curiosa por poco frecuente, pero sin duda responde a un asunto de alta sensibilidad en amplios estratos de la sociedad catalana, que sienten que el erario público se apropia de una parte sustancial de un legado familiar acumulado con mucho esfuerzo, al punto de muchas veces hacer imposible su disfrute por los herederos. Percepción que se ha exacerbado desde que se ha ido conociendo la supresión total o parcial del tributo en otras comunidades autónomas.

De alguna manera, la polémica es doble. Por una parte, la propia que suscita la figura impositiva. Por otra, el eterno dilema de hasta qué punto se puede disociar de ese modo el modelo fiscal del Estado. Huelga decir que ninguna de las dos está del todo disipada, ni aquí ni en otros países.

Pagar por heredar admite muchos enfoques. A los extremos, unos entienden que es injusto tener que volver a hacerlo por algo que ya ha sido gravado, en tanto otros consideran que detraer una porción de la riqueza legada es materia de justicia redistributiva. Y no hace falta decir que los abonados a este último enfoque están pensando más en los grandes patrimonios que en la pléyade de familias de clase media que puebla el país. Sólo que al pasar de la teoría a la práctica las cosas ya no discurren como pueda parecer.

La evidencia es concluyente: los ricos están sobrados de instrumentos y fórmulas legales para eludir ese peaje de la muerte que la campaña aludida trata de denostar. Algunas pueden resultar complejas, pero su idoneidad suele ser proporcionada al tamaño de la masa hereditaria y por tanto el impuesto a satisfacer. El resto tiene menos opciones, pero no es en absoluto infrecuente la elusión, buscando superar los periodos de prescripción.

El curso del tiempo ha ido, además, llenando de excepciones la aplicación del tributo. Una, muy señalada, fue la otorgada por uno de los últimos gobiernos de Felipe González, liberando del pago la transmisión de participaciones accionariales mayoritarias en empresas de índole familiar. Pero lo que sobre todo ha proliferado en los últimos años han sido iniciativas de gobiernos autonómicos suprimiendo parcial o totalmente la imposición sobre sucesiones. Ello ha creado, sin duda, algo de agravio, pero especialmente inducido la tentación de cambiar el domicilio fiscal, desde las pocas que lo mantienen vigente a las que han decidido liberar las herencias de tal carga.

Probablemente no es el mejor momento para decirlo, pero el debate no es tanto tributario como ideológico. A fin de cuentas, las cifras de recaudación por este concepto son poco relevantes... aunque ahora mismo cualquier euro parece necesario.

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