24/03/2011 - Blogs - Pasos perdidos - Los mejores… en enredos

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Los mejores… en enredos
Publicado 24/03/2011
Josep Gisbert , Periodista

El nuevo Govern de la Generalitat, el de CiU, el que preside Artur Mas y se suponía estaba llamado a ser el de los mejores, sobre todo por la voluntad de contraponerlo a los siete años de mandato del tripartito, parece dispuesto a no dejar de ser noticia ni una sola semana. Y por méritos propios, pero no por la acción de gobierno que desarrolla, que de momento es tan escasa como intrascendente, sino por la capacidad que está exhibiendo, él solo, de generar embrollos y polémicas sin que nada ni nadie le empujen o ni tan siquiera le inciten. Una situación a la que más de uno empieza a verle similitudes con la montaña rusa que fue la época de Pasqual Maragall -gráficamente popularizada como el Dragon Khan- o el tiovivo en que se convirtió la etapa de José Montilla.

El penúltimo episodio -decir el último ha dejado de tener sentido- es el del enredo montado en torno a la supresión del impuesto de sucesiones, una de las propuestas estrella con que CiU concurrió a las elecciones del 28-N y de la que había hecho bandera mientras estaba en la oposición. La incontinencia verbal, práctica cada vez más extendida entre el conjunto de la clase política, está, en esta ocasión, en el origen del lío. De modo que, entre los anuncios de Josep Antoni Duran Lleida sobre cuándo se eliminará, las interpretaciones de Germà Gordó de que se mantendrá en parte, las advertencias de Josep Maria Pelegrí de que el programa electoral de CiU no está para que se incumpla, y las precisiones del propio Artur Mas de que se suprimirá pero no de golpe y en ningún caso quedará por debajo de lo que lo han hecho Madrid y Valencia, lo único que ha conseguido ha sido sembrar un mar de dudas en el que, hoy por hoy, nadie sabe qué pasará exactamente con el impuesto, si se eliminará y, de ser así, cuándo, cómo y en qué condiciones. Y, para redondear el pastel, la guinda la ha puesto ni más ni menos que el mismo presidente de la Generalitat llamando al orden al Govern (sic) para intentar atajar la escalada de despropósitos.

Un escenario tan propio de los tiempos del tripartito que ni el más pintado se hubiera atrevido a pronosticar que pudiera suceder con CiU en el poder, y menos dentro de los primeros cien días. Todo un récord, en el que, además del galimatías de las últimas jornadas, tiene también mucho que ver el pecado original del que arranca: prometer lo que no es posible, porque el impuesto de sucesiones es de titularidad estatal y las autonomías, que lo tienen cedido, lo máximo que pueden es reducirlo a la mínima expresión, pero no liquidarlo. Es la consecuencia de dar rienda suelta a la táctica del todo vale, que acostumbra a pasar factura a quien la ha practicado con afán desde la oposición cuando le toca gobernar.

El caso es que hasta ahora todos los problemas que ha tenido el Govern de CiU se los ha creado él solo: el frustrado nombramiento de un secretario de Seguretat, la grotesca eliminación de la prohibición de circular a más de 80 km/h en los accesos a Barcelona, la alteración del currículum de la vicepresidenta y, de momento, la errática supresión del impuesto de sucesiones. Un listado que, todavía sin cien días de mandato a cuestas, comienza a dejar muchas expectativas en el aire. Los mejores… en enredos.

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