Prou Impost de Successions a Catalunya !
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Missatge  Montser Dl 10 Gen 2011, 09:03

INFORMACIÓN.ES
Alicante
Opinión
A tumba abierta
Publicado 09/01/2011
Francisco Poveda

Hasta ahora, las Comunidades Autónomas, siempre plañideras con el Gobierno, casi han eliminado el Impuesto de Sucesiones para las herencias entre familiares cercanos. Tan sólo Cataluña sigue manteniéndolo en su plenitud pese al rechazo ciudadano. La Generalitat, no queriendo suprimirlo, pidió al Gobierno central una norma limitando las deducciones fiscales en todo el Estado y así mantener la eficacia del impuesto, al sentirse discriminados porque ciertos catalanes con fortuna, cambian su domicilio a otras comunidades, en su derecho personal de morirse donde quieran, y más, si en ello les va la pela.

El nuevo Presidente, Artur Mas, sin embargo, tendría que suprimir el gravamen si cumpliese su promesa electoral. Pero habrá que esperar, porque Cataluña está muy endeudada y las promesas de los políticos, especialmente en materia de impuestos, cambian mucho una vez que llegan al poder. Por el contrario, en EE UU, Barak Obama, que no ha podido imponer la supresión de los beneficios fiscales a los ricos, como prometió en su programa, sí que ha conseguido recuperar para el 2011 el Impuesto sobre Sucesiones, ya que en el 2010, por una triquiñuela legislativa no lo pudo exigir.

De seguir la crisis, terminará poniéndose de moda la fiscalidad mortuoria, aunque, bien mirado, siempre ha habido una atracción fatal entre los impuestos y la muerte; especialmente cuando hay herencia. Benjamín Franklin ya afirmó que "nadie puede escapar de la muerte y los impuestos". También 0 advirtió con ironía, "Yo soy la muerte, no los impuestos: Yo sólo vengo una vez". Es verdad que los impuestos nos persiguen toda la vida, pero el Impuesto sobre Sucesiones, que gravita sobre difunto, sólo llega una vez, porque, morir, lo que se dice perder la vida, sólo nos ocurre una vez, salvo a los gatos.

Sin embargo, no porque uno muera va a pasar de los impuestos post mortem. Ni hablar; esto podría ocurrir cuando el contribuyente del Impuesto de Sucesiones era el difunto, y se gravaba el patrimonio total, exigiendo a los herederos el pago del impuesto (lógico, porque el finado no estaba para esos menesteres). Con el tiempo el impuesto sucesorio dejó de recaer sobre el muerto ¡qué detalle¡ y pasó a exigirse a cada heredero por el importe de su hijuela. Aún así, como el gravamen a la herencia se devenga en el instante del deceso, aún presente la parca, se compara a Hacienda con un cuervo, al personarse virtualmente con las lágrimas del adiós ante el sujeto pasivo, -nunca mejor dicho- para reclamar su parte. Como si del Peaje de la Muerte en la autopista al otro mundo se tratase.

El ataúd, los gastos de entierro y funeral, las coronas, flores y demás accesorios soportan el IVA; también la compra del nicho o panteón, aunque no dan derecho a deducción por vivienda habitual en IRPF, pues no son viviendas, aunque sirvan de reposo hasta la eternidad. Menos mal que aunque nadie se libre de la liquidación por finiquito del IRPF correspondiente al año de la defunción, hace años que se suprimió la llamada "plusvalía del muerto" en el IRPF y no se ha de pagar IBI por la última morada. Pero como la crisis ha congelado las finanzas autonómicas y municipales, empieza a renacer la imposición mortuoria, y quizá resucite el impuesto de Sucesiones, que se está muriendo de inanición. Por su parte, los ayuntamientos, tan famélicos de dinero, buscan nuevos hechos imponibles, y se centrarán en los cementerios, por recomendación de la Federación Española de Municipios y Provincias.

En efecto, la FEMP les ha sugerido buscar liquidez, no entre las rendijas del sofá, como el parodiado Rubalcaba, sino entre las tumbas, para salir vivos del colosal endeudamiento, al redactar los reglamentos de "Régimen Interior del Cementerio Municipal" y de "Régimen Interior del Crematorio", que ha ofrecido como modelo a los ayuntamientos.

En ellos, se prevé prohibir en los camposantos la venta ambulante, la propaganda, la realización de servicios por personas no autorizadas, las fotografías, dibujos, pinturas y otros medios de reproducción. Quedaría en manos municipales el poder suministrar féretros y ataúdes; flores y coronas; ornamentos y lápidas, y se fijarían las tarifas del "derecho funerario", cuyo pago se exigirá previamente a la solicitud de licencia para los servicios y obras, por poner cruces, lápidas y epitafios y se responsabilizará a las empresas de servicios funerarios del pago. Buscando la justicia distributiva, las tarifas por aquellos servicios y concesiones que denoten una mayor capacidad económica podrán incrementarse para sufragar en parte a las que manifiesten una escasa capacidad económica de los obligados a satisfacerlas.

Si, pese a las garantías, se produjese el impago, el Cementerio estará facultado para exhumar el cadáver, restos o cenizas y trasladarlo a enterramiento común, cremación o incineración. ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! que escribió Bécquer.

Como vemos, la dama de negro y guadaña no arredra al fisco, y los impuestos en torno a la muerte vivirán todavía mucho tiempo. Sin duda porque, la frase de Chejov "Confieso que enterrar a algunas gentes constituye un gran placer", tiene para Hacienda un mayor sentido.

Leer aquí: http://www.diarioinformacion.com/opinion/2011/01/09/tumba-abierta/1082489.html
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